Un encuentro radical
Hace tiempo por azares del destino conocí a
una persona la cual se convirtió en alguien especial para mí. Al principio
me rehusaba a entablar cualquier tipo de contacto. Ella se veía tan feliz,
en paz consigo misma. Mas que agradarme, me molestaba y no sabía cuál era la
razón.
Mi actitud fue cínica, superficial y caprichosa. Creo que tan sólo me
comportaba tal y como era. No me daba cuenta de que lo me molestaba era que
yo no tenía eso que había encontrado en aquella persona y que la hacía tan
agradable. Una barrera había puesto yo en mi interior. Aún así me preguntaba
¿cómo puede estar la mayor parte del tiempo en paz? ¿que no tiene problemas
de ningún tipo? Conforme fue pasando el tiempo y fui aceptando la realidad
de mi enojo mi relación llego a ser más estrecha, abierta y amistosa. Lo
importante es que quería saber el secreto de tanta paz y de ese rostro que
irradiaba felicidad. Aprendí muchas cosas, las cuales hoy te las quiero
transmitir a ti:
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El contacto contigo mismo, saber perdonarte
y perdonar a los demás es bueno para tu salud pero más para tu alma.
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Aceptarte a ti mismo te ayuda a no
pretender cambiar a los demás.
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El dar siempre lo mejor de ti mismo sin
esperar nada a cambio te llena de satisfacción.
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El pensar de una manera optimista hace que
tu vida y la de los demás sea más placentera.
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Al expresar tus sentimientos aprendes a no
guardar rencores, ni resentimientos.
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Disfrutar cada instante de tu vida como si
fuera el último hace que todas valgan la pena.
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Valorarte es aprender apreciar a los demás.
Hoy le doy gracias a la vida por haber
coincidido con aquella persona ya que mi vida cambió y hoy la tuya puede
cambiar. Por último, recuerda que la forma en la cual tú te relacionas con
los demás, como piensas y actúas, se corresponde con lo que llevas dentro.