Por increíble
que parezca, mucha gente tiene miedo de la felicidad. Para estas personas,
estar bien con la vida significa cambiar una serie de hábitos y perder su
identidad propia.
Muchas veces nos juzgamos indignos de las cosas buenas que nos suceden. No
aceptamos los milagros, porque aceptarlos nos da la sensación de que
estamos debiendo algo a Dios. Además de eso, tenemos miedo de
"acostumbrarnos" a la felicidad.
Pensamos: "es mejor no probar el cáliz de la alegría porque cuando nos
falte sufriremos mucho".
Por miedo a disminuir, dejamos de crecer. Por miedo a llorar, dejamos de
reír. |
Las reuniones son
aburridas
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¿Qué hacer cuándo las reuniones en que
participas te parecen aburridas o poco productivas?
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¿Qué hacer cuando las “conversaciones” te
parecen pobres y sin importancia?
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¿Qué hacer cuando los temas que se tratan
en reunión parecen no conducir a nada?
La naturaleza es una realidad llena de
colores, movimientos y cambios permanentes. Nosotros, como seres
pertenecientes a ella, estamos preparados para vivir en ella y nos parece,
valga la redundancia, nuestro entorno natural.
Cuando algo se torna monótono, mono-tono, es difícil mantener la atención
y el interés.
De allí que resulta atractivo ver televisión, ir a un centro comercial,
pasear, participar de una reunión social entretenida, polemizar sobre
temas en los cuales haya diversidad de opiniones, etc. Estas actividades
están llenas de movimiento, color
y variedad.
Si la reunión a que te corresponde asistir, por el contrario, es monótona
y no atrae la atención, será difícil para los miembros del grupo asistir
cuando es atraído por otros sucesos mucho más interesantes.
Las reuniones tienen que ser tanto o más atractivas que la televisión, la
TV por cable, el centro comercial o un casino. Deben tener color,
variedad, movimiento. Si no es así, se corre el riesgo de tener cada vez
menos asistencia y menos permanencia de socios.
¿Qué hacer para que exista tono, variedad y movimiento?
Las soluciones pueden ser muchas. Pero todas comienzan por un cambio. Y
este cambio ha de comenzar por uno mismo. Eres tú el llamado a darle
tonalidad, variedad y movimiento a las reuniones. No esperes a que otros
lo hagan, ¡comienza tú mismo!
¿Y cómo hacerlo en la práctica? El sólo hecho de disponerte positivamente
a contribuir para reuniones más entretenidas y dinámicas irá despertando
tu creatividad. Preguntarte ¿qué puedo hacer yo para...? activa tu
poderosa mente y al poco tiempo estarás encontrando decenas de acciones
que provoquen movimiento, cambio y tonalidades.
Al poco tiempo, estarás contribuyendo realmente a mantener y aumentar la
asistencia al grupo, pues los participantes estarán motivados a viajar una
hora o más si es necesario al lugar de reunión, aunque sea después de sus
horas de trabajo, aunque sea restándole tiempo a la familia, aunque sea
descansando menos, con tal de no perderse un encuentro tan entretenido y
productivo.
Y lo principal, se va aprendiendo a no criticar a los demás. Ya no se
espera a que otros hagan algo, tú empiezas a hacer algo. Y empiezas a
tener control de tu propia vida.
Sergio Valdivia
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